HERO - CARMINA,
identificación emocional del lector
Hero - Carmina |
Este libro se abre con una frase muy
significativa de Thomas Carlyle: Puede ser
un héroe lo mismo el que triunfa que el que sucumbe, pero jamás el que abandona
el combate…
Esta cita de Carlyle, (escritor tan
valorado por Borges, cuyo libro sobre los Héroes
leí con interés tempranamente en el local de la
calle Méjico de la vieja Biblioteca Nacional), sumada a una
nota liminar aclaratoria de Rubio, nos hacen notar que la intención del
poeta será referirse al héroe de todos los
días, a las permanentes batallas libradas en su
devenir por el héroe de
todos
los días, es decir el hombre común. Y lo hace apelando directamente a la poesía épica clásica, apelando a las estructuras formales de la canción de gesta tradicional, para
mostrarnos en detalle las peripecias de esas
batallas diarias de los seres anónimos quepueblan el mundo enloquecido que nos toca
padecer.
Ricardo Rubio (2016) |
Este es un trabajo serio que se va
desarrollando sin trabas, con naturalidad desde el niño, sus primeras sensaciones, sus sueños, sus mitos iniciales, haciael incierto futuro que lo va envolviendo (¿lo va hundiendo?) en el tiempoposterior que lo llenará de desconcierto, fracasos y frustraciones.
Quiero hacer notar que resulta muy
apropiada la riqueza de lenguaje épico y también la secuencia rítmica empleadas
a lo largo de los distintos pasajes dela obra, ambas también densas y
contundentes hasta el punto de lograr la plena identificación emocional del lector.
El texto de Ricardo Rubio, cuya lectura
recomiendo, propone completar el libro de Carlyle sumando El hombre común a las figuras de Mahoma, Shakespeare y los otros héroes que originariamente lo
integran. Y según entiendo, logra su propósito plenamente. Dejo mis
felicitaciones para el poeta.
AMADEO GRAVINO
Buenos Aires, 1/1/2018
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Algunos poemas:
LA LUCHA INTERIOR DEL
ADALID
Veo la oscuridad y no
sé si la noche es la de afuera.
Todo se va cuando la
mano injusta desborda la tarde,
se ahoga el sentido y
se opaca el derredor.
La mentira es
insolencia,
albur en vísperas de
un abismo,
anticipo de una idea
hecha pesadilla.
Estoy habituado a ese
murmullo y el caos parece sensato, necesario, jubiloso;
En mitad de una
canción surge el estrago y agita la zozobra.
Me atrevo a sonreír
pensando en el destierro,
lo hago cada día.
Pretendo escuchar el
silencio,
navegar las ideas,
unir puntos luminosos
en medio de la nada.
No elijo el lugar ni
las vocales,
sólo tengo anhelos,
deseos, ansias.
Cruzo las puertas de
siempre soñando que una mañana
podré con el día y el cansancio.
Puro follaje del
intento.
LA LLEGADA DE UN TITÁN
NO OFRECE RAZONES O SENTIDOS
La calle es un abismo,
la boca de un engaño;
la recorro con disfraz
de penitente.
Tizno la cara para
fingir coraje,
para recordar el orden
de la flema y el dolor de los retazos.
El modo de ver excita
las chispas del deseo,
la razón ardiente
las instiga a un derrotero sin fin.
(Improbables, el tú y
el yo siempre serán parte de otra esfera.)
Aquí, la oscuridad deriva
por el asfalto entre risas que nutren
lo más tórrido de las conciencias.
Mi noche cruza lo
incomprensible: la pasión, el arte, la osadía,
esas riendas traman un
laberinto que la ciencia explica y no entiende;
y aunque insista en
las vocales más allá de lo vano,
el tiempo las reúne en
desechos, astillas, hiel de beber.
Hay inercia para cada
razón impronunciable: musa, inspiración, aliño.
Broto de esa sed, la
hago real,
la confirmo en cada
grito aunque las horas
arrecien la desolación del pulso cuando todo
sale mal.
La expresión del
espejo me devuelve tramos de biografía
aislados entre mutilación y olvido,
traza la suma onírica,
la ilusión, la razón del desvarío,
y descubre el núcleo
de luto, la locura, el estertor,
la vibración de adentro.
NO SERÁ ÉSTE EL DÍA DE LA RUINA
arenga
Hay hechos que
quieren suceder,
palabras que ansían ser pronunciadas,
actos que demandan salir de idea.
Reclaman la presencia en el jurado,
en las partes ventajosas del trono;
con avidez buscan la dentellada:
extirpar un desierto, borrar una frontera.
Nadie deja caer el
arma que me mata,
todos eligen la
batalla,
todos intentan
derrotar el mito.
Cada filo busca una
arteria, el símbolo, la efigie,
el as jamás vencido.
Soy un aprendiz que no
eligió el cometido,
aún crezco en el
primer hombre y me alzaré en el último,
entre almohadas de
piedra y ranchadas de agua y sal.
Mientras el tambor
repique
y en los huesos corra un hilo de coraje aún
latente,
el porqué de los
pájaros en el aire avivará mis pasos,
dará sentido al paño
de aquel niño que partió mil veces
y otras mil regresó
para llegar más lejos.